La merienda, ese momentazo de llegar a casa y prepararte algo para aguantar hasta la cena… cuando llegamos a  una edad lo abandonamos… ¿Por qué?

¿Has abandonado el hábito de merendar?

Si desayunas entre las 7.30 y las 8.30, tomas un tentempié sobre las 11.30 y almuerzas sobre las 2.15, es ilógico saltarse la merienda, y esperar a cenar a las  8.30 o 9 de la noche.

Son muchas horas.

A mí, personalmente, la merienda me parece un gran momento. Porque por la mañana, entre el café y la actividad el tiempo parece volar, en cuanto te das cuenta ha llegado la hora de comer.

Pero, no sé si es  por mi constitución, la tarde se me hace más cuesta arriba.

La hora de la merienda es como un premio y un último empujón para terminar bien el día. Y si es acompañada de familiares o amigos, mejor que mejor.

Yo veo una tendencia a saltarse ese momento. Y dietéticamente, no estoy nada convencida de que ese sacrificio sea un acierto.

Claro, lo que tiene que ser, es que la merienda no consista en comida rápida y de mala calidad, sino algo saludable, bueno, consistente y nutritivo.

No merendar eleva el ansia y el hambre por llegar a la cena, lo que te lleva a que la última comida del día sea más cuantiosa de lo que debería ser.

Si eliges una merienda adecuada, puede incluso ayudarte en dietas de adelgazamiento, ya que, además de aplacar el ansia, evitan picos de insulina, y mantienen el metabolismo activo y el cerebro bien nutrido.

A un niño ni se te ocurre no darle una buena merienda. Pues, tú tampoco te prives.

Eso sí, cuando pases delante de las máquinas de vending, ignóralas! Espera a llegar a casa, o a ese sitio especial que conoces, para que tu merienda sea un premio, no una bomba de relojería para tu cuerpo.

Te proponemos unos menús sencillos para ese gran momento del día:

  1. Kéfir con almendras, pasas y frutos rojos.

Se me hace la boca agua solo de pensarlo. Un cocktail antioxidante, rico en grasas esenciales, y con propiedades regenerativas para el intestino. No tardas en prepararlo ni cinco minutos. Y está muy bueno.

Si eres un goloso sin remedio, y le quieres meter algo para endulzar, añade un poquito de miel. Pero sin abusar.

  1. Té verde, con tostada.

Para una tarde de invierno, a mí me encanta tomar algo caliente, como el té. Además, preparar la infusión es como celebrar un ritual, relajante, acogedor. Lo puedes acompañar de un buen pan integral, y meter unas lonchas de pavo natural, un poco de aguacate, y algo de queso fresco.

Está más que bueno. Si quieres evitar coger peso, ten cuidado con el aguacate, que tiene muchas cualidades para el organismo, pero mucha grasa.

  1. Huevos cocidos con humus.

Los huevos están llenos de propiedades beneficiosas por su gran aporte en proteínas, y si los hervimos, y los rellenamos de humus, los convertimos en una merienda de primera categoría.

  1. Salmón ahumado con calabacín.

Corta el calabacín en tiras finas, si tienes una mandolina, te quedará perfecto, le das ahora una pequeña fritura con poco aceite en la sartén. Ahora, le enrollas tiras de salmón ahumado. Es un bocado que puedes regalarte a la hora de la merienda, pero si lo haces para algún invitado, se quedará más que agradecido.

  1. Smoothy de yogur con fruta

Elige un yogur natural, si quieres, desnatado, y de buena calidad. Después, selecciona las frutas que más te gusten, mejor si son de temporada.

No tienes más que meterlo en la batidora, y tendrás un smoothy de chuparse los dedos.

Le puedes, además, añadir semillas de linaza o sésamo, para añadir más nutrientes a la merienda.

Espero haberte convencido de no renunciar a un gran momento del día. La merienda es un placer, y una necesidad nutricional, que damos a los niños.

No nos empeñemos en renunciar a las cosas buenas de nuestra niñez, solo que hagamos las cosas bien, preparémonos una merienda de rechupete.

Centro Médico Healthing